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Cadáver Exquisito

agosto 27, 2008

La exploración de un Hipertexto puede acomodarse a diferentes modelos de navegación entre los que el autor elige previamente a su parecer. Estos modelos pueden ir desde la libertad total movimiento entre todos los vínculos posibles, dispuestos sin ningún tipo de jerarquización o accesibles mediante algún tipo de ordenación arbitraria (como la alfabética), hasta una navegación completamente determinada, como podría ser la de los hipertextos que van desvelando los sucesivos vínculos de navegación con arreglo a las decisiones que vaya tomando el usuario. En cualquier caso nunca deja de ser un recorrido único para cada usuario, en el que, como bien sabe todo aquel que ha explorado el enorme hipertexto que es la World Wide Web, nunca debe subestimarse el extraordinario poder generador de significado de la serendipia .
Jaime Alejandro Rodríguez Ruiz elige una postura intermedia entre estos extremos para la exploración de su hipertexto. Técnicamente se trata de un modelo que permite la exploración de sus enlaces con total libertad, sin necesidad de haber visitado ninguno de ellos para acceder a otros, sin enlaces ocultos y, en fin, sin coerción de ningún tipo para activar dónde y cuando queramos cualquiera de los elementos de la obra. Pero en el diseño de la interfaz, el autor a dispuesto los elementos de manera que aparentan un orden lógico de consulta, incluso una jerarquización según el grado de importancia. Así, las puertas de quirófano con los nombres de los tres mundos encima y siempre presentes en la pantalla, parecen los elementos o nodos principales alrededor de los que se articula el resto de “accesorios”. Es muy importante esta voluntad de presentación organizada que remite al menú de inicio de un videojuego, o al de una película en DVD con extras, ya que funciona literalmente en contra de una de las características más pregonadas, incluso más antiguas, del hipertexto: la no linealidad. El uso y la trascendencia de la no-linealidad en el hipertexto es un campo actualmente en debate. Por eso nos gustaría plantear la cuestión en los términos que lo hace Juan B. Gutiérrez en The Boundaries of digital narrative (2007), ya que recoge muy acertadamente las principales coordenadas de la polémica: “Are multi-linearity and fragmentation the goal of hyperfiction, or are they the product of the state of the art when the first literary hypertexts were produced?”
¿Es la multi-linealidad imprescindible, siquiera deseable, en la narrativa de ficción hipertextual? Como se desprenderá de este análisis de la obra de Jaime Alejandro, nuestra postura al respecto es que el hipertexto hoy en día se ha visto envuelto en una serie de innovaciones relacionadas con las tecnologías de comunicación que han desplazado el atributo “no-linealidad” o “linealidad múltiple” del centro de interés. A estas alturas de evolución tecnológica, consideramos que aspectos como por ejemplo el modelo de retroalimentación de la información en el artefacto (del tipo máquina-máquina, humano-máquina, humano-humano…) o el poder de intervención del usuario en la obra, es decir: el tipo y grado de interacción, son elementos mucho más interesantes y relevantes en la calidad de un hipertexto que la presentación no lineal de los contenidos.
En cualquier caso, una convención demasiado arraigada en occidente nos obliga a pensar que el autor ha dispuesto la puerta con el letrero “cadáver exquisito” más a la izquierda porque es la primera que espera que abramos, y nosotros aquí no vamos a esforzarnos en desafiar hasta tal punto el peso de la tradición.

HORA DE VISITA:

Abrimos la puerta y nos encontramos con una fabulosa demostración de las posibilidades multidisciplinares de representación artística que permite el hipertexto como hipermedia. La cámara se acerca al lecho del enfermo y en la parte inferior izquierda aparece un menú con cuatro rostros a elegir. Al colocar el puntero sobre cada uno de ellos aparece la palabra “jefe”, “sacerdote”, “maestro” y “padre” respectivamente. Al seleccionar el primer rostro, “jefe”, el enfermo de la cama, de formas más bien esquemáticas hasta ahora, cobra la forma de la persona que representa al jefe y el icono con su rostro se pone de relieve. A la derecha del icono resaltado aparecen tres opciones “visitante uno”, “dos” y “tres”. Cuando seleccionamos el primer visitante aparece la silueta en negro de una mujer que se coloca a los pies de la cama y asistimos a la lectura dramatizada, por parte de una actriz de doblaje, de las palabras que este primer visitante le dirige al convaleciente. El texto puede leerse también sobreimpreso en la parte inferior de la pantalla.
La inclusión del trabajo actoral para la dramatización de una obra digital no es en absoluto original, sino que tiene ya una cierta tradición en el ámbito de los videojuegos donde la participación de actores de reconocido prestigio ya está convirtiéndose en algo habitual. Tan solo es otra muestra de las posibilidades que ofrece la plataforma. De hecho si hasta ahora el cine era el medio que aglutinaba mayor cantidad de disciplinas artísticas, en la actualidad podemos decir que el hipertexto incluye potencialmente el cine, además de todas las posibilidades interactivas que disponga este nuevo arte que es el de la programación. Y es que la principal característica de lo digital es “la simulación” y por lo tanto su “multimedialidad” consiste, en realidad, en la capacidad para simular cualquier otro medio a través de su conversión a unos y ceros, con las implicaciones interactivas que esta conversión provoca (Compás. En Aura digital, 2006).
Lo que esta “visitante 1” tiene que decir al jefe convaleciente es por supuesto una retahíla de reproches relacionados con el uso coactivo del poder que todo patrón ejerce sobre sus subordinados. En la misma dirección se encaminan los reproches de los dos siguientes visitantes. El lector/espectador se encuentra ante unos personajes anónimos y desconocido que se definen sólo a través de su posición de agonistas frente al indefenso y mudo protagonista. En sus intervenciones, cada uno de los visitantes permite entrever su personalidad y tipo de relación con el convaleciente. La mujer, de actitud sumisa y servil, aparenta ser una empleada (tal vez una secretaria), que se arma de valor para recriminar al jefe sus excesos solo a través del apoyo de sus compañeros y tras el refugio de la primera persona del plural. El segundo visitante se dirige al enfermo en singular y parece guardar con él una relación más personal o individualizada, en la que no faltaron los desencuentros posiblemente motivados por la falta de sensibilidad del jefe hacia los desvalidos. El tercero de los visitantes lo trata con más familiaridad, parece guardar una relación más de igual a igual con el jefe y se permite recordarle sus advertencias en el pasado sobre los problemas que le acarrearía el abuso de poder. Un punto de histeria parece afectar también a este personaje.
Pero lo más importante de este alud de recriminaciones no es el perfil que se deduce de los visitantes, sino la imagen que entre todos conforman del paciente, el único personaje con rostro, el protagonista indiscutible de toda la obra: un ser prepotente, sin escrúpulos, que no supo valorar las cosas verdaderamente importantes de la vida y sufre ahora, en un momento de debilidad las consecuencias de sus abusos.
El segundo rostro que podemos asignar al enfermo es el del “sacerdote”. La primera visitante, muestra una nueva silueta recortada en negro. Se trata de una feligresa muy disgustada con los sermones del cura. El segundo visitante, cuya silueta y voz coinciden con las del “visitante 2” anterior, le recrimina al cura pecados graves relacionados con niños. No se puede desprender de qué tipo de pecados se trata, pero su tono y actitud parecen apuntar hacia algo relacionado con el abuso sexual. Con la misma actitud, silueta y voz que el visitante 3 anterior, el siguiente visitante le recuerda al cura sus advertencias en el pasado y lo intimida con su tono desquiciado.
En definitiva, se trata de la figura de un cura pecador, que exigía a los demás la virtud que a él mismo le faltaba.
El tercer rostro es el del maestro. De nuevo se suceden los reproches, esta vez por parte de dos alumnos disgustados y el consabido personaje que siempre recuerda sus advertencias. Entre todos perfilan la figura de un profesor anquilosado que no es capaz de evolucionar con el mundo ni conectar con las motivaciones y aspiraciones de sus jóvenes alumnos.
El cuarto rostro es el del padre. Los dos primeros visitantes son un hijo y una hija. El primero recuerda con añoranza la relación que tenían durante la infancia y lamenta la pérdida del amor que los unía. La hija le reprocha algún tipo de abuso sexual. El tercero, un pariente o amigo cercano a la familia, recuerda de nuevo sus advertencias. La figura del padre es tratada aquí en el momento del declive, cuando el tiempo le ha arrebatado su poder y el mundo, conducido por los jóvenes, lo deja atrás. Unos jóvenes que en su victoria desenmascaran la verdad de su persona, sacando a la luz los errores y las imperfecciones que van a terminar de desmitificarlo.
En este primer mundo (o pantalla) la estrategia narrativa de Jaime Alejandro es la de dejar indicios, pistas fragmentarias de un contexto previo, para que el lector complete la historia, no de un modo físico de intervención directa (por ahora), sino de la manera en que la literatura ha explotado desde siempre este recurso: dejando que cada lector infiera el resto de la información atendiendo a su propio horizonte de expectativas.
Las locuciones no son de un alto nivel interpretativo. Bajo mi punto de vista, como español, me recuerdan al exceso de afectación del que suelen adolecer las interpretaciones de algunas telenovelas latinoamericanas. Pero, por contra, guardan el valor añadido de haber sido producidas en el contexto de un curso académico que César Augusto Márquez, responsable de locuciones según los créditos de Golpe de Gracia, impartía en la propia Universidad Pontificia Javeriana de Bogotá.
Los que somos ya “expertos usuarios” del artefacto literario que es Golpe de Gracia nos percatamos rápidamente de la relación que la historia de todos estos enfermos tiene con la del padre Amaury de la novela. Pero mientras la novela tiende ha dirigir el significado en una sola dirección, el hipertexto abre distintas posibilidades que se le presentan al espectador como una serie de opciones entre las que poder elegir la que mejor se acomode a sus deseos o expectativas.
La perspectiva adoptada conecta sin duda con la corriente tematológica de análisis textual. Tradicionalmente se nos ha dicho que hay solo unos pocos temas en el universo entre los que el autor escoge unos pocos para ilustrarlos desde casos únicos, concretos y originales. En este caso el mecanismo funciona exactamente al contrario, y el tema de la “muerte del padre” sirve de hilo conductor para desplegar diferentes facetas de la cuestión: la vejez, el derroque del autoritarismo, el rencor, el perdón, el relevo generacional… Es una estrategia muy adecuada al medio hipertextual, en el que el receptor tiene algo que aportar profundizando y enriqueciendo la visión ofrecida del quede patente.

Juegos del Cadáver Exquisito

agosto 27, 2008

Explorando las “salas” podemos encontrar las diferentes actividades del hipertexto relacionadas con este Primer Mundo. Pero, demostrando un alarde de buena usabilidad, si seleccionamos el icono “salir” de la parte inferior derecha de la pantalla, comprobamos cómo Jaime Alejandro Rodríguez nos ha facilitado el camino presentando en una pantalla dividida en cuatro los juegos narrativos, los temas de la “sala de estudio” y los capítulos de la novela relacionados con el “Mundo 1”.
En la “sala de juegos” encontramos los “juegos del Cadáver Exquisito”. El propio autor nos explica en las “instrucciones generales” la mecánica del juego dadaísta del Cadáver Exquisito. Un juego inventado en 1925 por Robert Desnos, Paul Eluard, André Bretón y Tristan Tzara, en el que los jugadores escribían por turno en una hoja de papel, la doblaban para cubrir parte de la escritura, y después la pasaban al siguiente jugador hasta conseguir un relato colaborativo de autoría múltiple.


El juego dadaísta produce una máquina textual o un perfecto “cibertexto” según la noción de Espen Aarseth. La maquinaria la constituyen el papel con sus dobleces y las reglas de funcionamientos; los ciclos de retroalimentación humano-máquina se establecen cada vez que un jugador recibe una frase que tiene que continuar modificando la forma de la obra que determinará la siguiente participación, y así continuamente. No debe sorprendernos que la perspectiva de Aarseth, que pone el acento en el soporte cibernético de la información, resulte apropiada para describir las propuestas rompedoras de las vanguardias históricas. Como ya vimos en otro momento, la vanguardia, en su búsqueda de los límites de la literatura, anticipa todo tipo de fracturas con los formatos y mecanismos tradicionales de representación. Pero es ahora, con Internet en su momento álgido de apertura y participación, cuando el juego del Cadáver Exquisito, con distintas variantes, se vuelve más interesante, más patente, más cotidiano en el uso de la escritura.
El hecho de condensar las unidades de significado en párrafos breves se aviene muy bien con las “píldoras de información” a las que nos tiene acostumbrada la Era de la Información, y la posibilidad de contribuir personalmente en los documentos que leemos termina de facilitar la práctica de este juego. Internet está plagada de distintas modalidades del Cadáver Exquisito: la propia Wikipedia es un modelo muy restrictivo de Cadáver Exquisito no literario, pero también lo son muchos foros o los comentarios que generan las entradas de un blog. Basta con una búsqueda rápida en Google para comprobar la cantidad de blogs que adoptan desde su inicio la temática del Cadáver Exquisito o proponen como juego literario la creación colectiva de uno. Incluso existe un interesantísimo proyecto en español, la Wikiaventura, que consiste en la creación de una obra narrativa colectiva en la que puedes continuar, modificar o crear nuevas rutas para la trama.
Jaime Alejandro plantea las variaciones del juego original en las “reglas generales”:

En primer lugar será posible conocer la secuencia (la contribución previa, aunque no necesariamente a los autores); en segundo lugar, se tendrá un límite para la extensión del aporte: 300 palabras. En tercer lugar, se tendrán algunas reglas para la construcción de cada cadáver. Esto quiere decir que si bien habrá una relativa libertad creativa para cada intervención, ésta no será del todo abierta, pues el respeto por el tema (el reproche a la autoridad), el género (la narración) la forma (el monólogo, la descripción, el diálogo, etc., según el caso) y el lenguaje (que en general debe estar exento de escatología innecesaria) serán condiciones de participación. Así mismo, cada cadáver tendrá un comienzo y un final, una apertura y un cierre, que serán responsabilidad del administrador de la página. La extensión total de cada cadáver también será limitada, pero una vez que se termine un cadáver, éste quedará expuesto para ser visualizado, analizado, diseccionado por los usuarios del juego. (Golpe de Gracia).

Tenemos tres “cadáveres” en los que participar. El primero de ellos “el gran reproche”, nos propone en sus reglas específicas un formato epistolar que toma como modelo Carta al padre de Franz Kafka, a través del que hacer reproches a un padre virtual en tono de animadversión. En los tres “cadáveres” propuestos el límite de aportaciones será de cincuenta y el autor se reserva la apertura y el cierre del relato.
El segundo juego “estampas de un padre en desgracia” toma como modelo lejano los exempla medievales, pero con un tono caricaturesco o sarcástico. Consiste en crear “estampas”, situaciones narradas en tercera persona, en las que el padre o el rol paterno quede ridiculizado y en las que se debe incorporar una moraleja final.
El tercer “cadáver”, “Comiendo del muerto” propone un encuentro casual entre dos personajes relacionados por la familia, que aprovechan la ausencia del padre para hablar mal de él, criticarlo y difundir chismes corrosivos sobre su persona. El formato será el del diálogo.
No es difícil localizar los puntos en común que cada uno de estos planteos guarda con algunos de los fragmentos narrativos de los primeros capítulos de la novela a los que, por cierto, el propio hipertexto nos vincula en la pantalla partida en cuatro. De manera que aquí, la novela puede funcionar como aliciente o fuente de inspiración para la colaboración.
El resultado de la experiencia a día de hoy (27/08/08) son cincuenta y nueve participaciones repartidas entre los tres cadáveres del siguiente modo: 32 para “El gran reproche”, 15 para “estampas de un padre en desgracia” y 12 para “Comiendo del muerto”. La calidad por supuesto es muy variable. Encontramos unas pocas entradas con faltas de ortografía y redacción deficiente, pero la mayoría gozan de un nivel bastante elevado y algunas de ellas son, en la opinión de este humilde lector, de una adecuación y una calidad impecables.
Consúltense, por poner un ejemplo de cada cadáver, la decimoprimera entrada de “Comiendo del muerto” de título “AUTO-CINEMA”, la decimocuarta de “estampas de un padre en desgracia” titulada “Pater familias”, o la vigesimoprimera de “El gran reproche” con el título “p’a que…”.
En general, las participaciones se presentan como una ventana al mundo, lo cual favorece una mirada de vouyeur sobre la intimidad de los demás lectores que han plasmado sus aportaciones subjetivas. Cave destacar cómo el medio digital en este tipo de actividades participativas acentúa la ilusión de realismo biográfico en cada una de las participaciones incluso en una propuesta como ésta, de declarada naturaleza ficcional.

Temas Multiblog Mundo 1

agosto 27, 2008

Los temas del multiblog relacionados con el Mundo 1 son “vejez”, “enfermedad” y “autoritarismo”. La estructura es de una “entrada” para cada tema con sus comentarios.
En la primera entrada, “La vejez como metáfora en Golpe de Gracia”, Jaime Alejandro nos habla de sus referentes literarios en el tema de la vejez: García Márquez, en Memoria de mis putas tristes, La casa de las bellas durmientes de Kawabata, las últimas novelas de Fernando Vallejo, el Carlos Fuentes de La odisea del Gringo Viejo o el Hemingway de El viejo y el mar. Pero sobre todo, nos descubre un libro, El proceso de envejecimiento (Madrid, Morata, 1986) de Mishara y Riedel, cuya mirada panorámica sobre los cambios físicos, psíquicos y sociológicos de la vejez, ha servido sin duda de inspiración para el retrato de los personajes ancianos de El infierno de Amaury. Al final de la entrada explicita la lectura que puede hacerse de la vejez en su obra: “Detrás del tratamiento de la vejez en esta narrativa, está la propuesta de asumir los signos del envejecimiento cultural como oportunidad para renovar los contratos culturales requeridos para dar paso a las nuevas realidades por venir”. Un bonito debate se desarrolla en los comentarios a cerca de la consideración social de la vejez en la nueva cultura de masas, obsesionada por la renovación, por la juventud y el estándar imposible que marca la televisión como púlpito mediático.
En “Enfermedad y deterioro como metáfora en Golpe de Gracia” Jaime Alejandro nos obsequia con otra referencia bibliográfica para profundizar en el tema de la enfermedad. En este caso La Enfermedad y sus Metáforas de Susan Sontag. En la entrada se insiste en la metáfora que relaciona al enfermo con un tipo de sociedad y de cultura ya caduca, pero además, nos ofrece reflexiones explícitas que nos ayudarán a comprender algunos lances y sobre todo el desenlace de la obra en su conjunto. Según Sontag, es el mismo enfermo quien crea la enfermedad, incluso en el caso de Amaury en el que se ha atentado deliberadamente contra su vida, el moribundo ha creado inconscientemente las condiciones favorables para el atentado. En palabras del propio Jaime Alejandro: “es víctima del mundo (de su agresor), pero sobre todo es víctima de lo que ha hecho del mundo (ejercicio arbitrario del poder) y de sí mismo (con sus actitudes de inconsciencia, rigidez, negligencia y denegación).” Efectivamente es el veneno de la digital lo que está matando a la figura autoritaria, pero el resultado de esta agresión es la revelación de que muchos tenían razones para hacerlo.
Los comentarios ahondan en las implicaciones que tiene la metáfora de la enfermedad de la sociedad. Alguno de ellos incluso aventura su propia interpretación de la crítica de Jaime Alejandro. En general tienen todos un tono y una calidad académicos, lo cual no obsta para que aparezcan algunos mensajes que parecen escritos por analfabetos funcionales, ya que el régimen de intervención es totalmente abierto. Hay que decir que estos mensajes “mal escritos”, a pesar de que no observan las más mínimas normas ortográficas ni de netiqueta, no constituyen un caso de vandalismo. Mal escritos o no, tratan los temas propuestos, dan su opinión, reflexionan sobre la literatura en la web… en el fondo son la mejor garantía de respeto democrático a la participación y a la utopía polifónica que nos prometía la Red. Al fin solo se trata de Hoygans.
La tercera entrada del multiblog referente al mundo 1 “El autoritarismo como resorte dramático en Golpe de Gracia”, nos presenta un nuevo texto relevante para la comprensión del punto de vista adoptado por el autor: La declinación del padre al final del Milenio (Cuadernos Familia y Sociedad, números 3-4. Bogotá: Universidad de Antioquia, marzo de 1999) de Mario Elkin Ramírez Ortiz. En él se estudia la declinación de la figura autoritaria del padre en la sociedad occidental desde el año mil hasta nuestros días. De un milenio a otro, la presencia de una ley paternal que disponía a través de una especie de supra-conciencia los acontecimientos del mundo ha ido cediendo paso a la concepción de un orden mucho más relativo y arbitrario como es el de la ciencia. Esto ha provocado avances empíricos en el conocimiento efectivo del mundo, pero al mismo tiempo ha producido una sensación de nostalgia por la divinidad infalible y de inseguridad patológica, que ha visto quizás en los movimientos autoritarios y dictatoriales, un desesperado intento por llenar el vacío generado.
Los comentarios incluyen profundizaciones sobre el tema expuesto por Jaime Alejandro, valoraciones personales sobre la novela e incluso un mensaje planteando críticas e interrogantes a algún punto de la reflexión del autor.