Si analizamos un libro tradicional desde el punto de vista cibertextual inaugurado por Espen Aarseth (1997), es decir: trasladando al centro de atención el artefacto tecnológico en que se ejecuta y a los ciclos de retroalimentación que posibilitan su exploración y aprovechamiento, perderíamos mucho tiempo describiendo características evidentes que interesarían a muy pocas personas, a parte, tal vez, de los bibliotecarios o los empleados de un almacén. Un análisis de la interfaz de un libro tradicional no podría dejar de incluir la forma del libro, su tamaño, su peso, su espesor, el material del que están hechas las tapas y el tipo de letra en que está impreso. Un análisis más profundo podría incorporar el estudio de las técnicas de imprenta que se han usado para su elaboración, (el cosido y encolado del lomo, por ejemplo), del tipo de papel y de pliegue que se ha utilizado, del proceso de elaboración de la cubierta… En cuanto a los ciclos de retroalimentación mediante los que el usuario avanza en la exploración del artefacto textual, deberíamos señalar que son muy sutiles o consustanciales a cualquier acto de lectura: desde un plano meramente físico, la disposición de las letras que exige un orden de lectura determinado y la secuencia preestablecida del paso de las páginas; desde un punto de vista estrictamente semántico, la secuencia de inferencia y ratificación/negación por parte del contenido.
En cambio, cuando tratamos con una obra digital como Golpe de Gracia, lo primero que percibimos es que la perspectiva cibertextual nos es del todo indispensable para comenzar su descripción. Para empezar, el núcleo físico, que en el caso del libro tradicional constaba de un soporte a base de materiales como el papel, el cartón, el hilo, el cuero… se reduce ahora a una serie de impulsos eléctricos susceptibles de ser ejecutados por diversas máquinas provistas de al menos una pantalla. Si quisiéramos hacer un análisis profundo del soporte, aun reduciendo su ámbito de lectura al ordenador, nos adentraríamos en una interminable sucesión de códigos numéricos de programación que involucraría los diseños de gráficos, los protocolos de Internet, de la World Wide Web, las consolas virtuales… toda una serie de mecanismos que no vamos a abordar aquí debido a la vocación literaria de este estudio, pero que son tan relevantes al artefacto literario concreto, que lo posibilitan y otorgan el verdadero interés a su existencia. Ya en el plano de la interfaz, ese plano a través del que el sistema humano se relaciona con el sistema de la máquina, la descripción gráfica y funcional se revela de nuevo compleja y trascendente. La razón es que mientras en el libro tradicional el mecanismo de acceso a la interfaz se decide por convención y tiende a la invisibilidad, en los documentos digitales, y mucho más en los hipermedias complejos como Golpe de Gracia, la interfaz gráfica y funcional se diseña específicamente para cada obra y sus mecanismos de usabilidad pueden ser fundamentales para su éxito o fracaso literario.