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El Experimento

agosto 27, 2008

Podemos decir que existen dos momentos distintos, dos experiencias artísticas en la obra On Translation: The Internet Project. La primera es un experimento con valor testimonial que podríamos calificar de obra en proceso de colaboración restrictiva, la segunda es un documento escrito en HTML de acceso libre en la Web en el que se fija, recopila y se explica dicho experimento.
La experiencia inicial es muy sencilla: una frase originalmente en inglés (Communication systems provide the possibility of developing better understanding between people: in which language?) es enviada a través del correo electrónico a una serie de veintitrés traductores profesionales. Cada uno recibe solamente la traducción previa, siguiendo la lógica lúdica del juego del “teléfono roto”;

también, con la intención de observar la evolución del mensaje al pasar a través de las diferentes visiones del mundo que cada idioma proyecta. La frase dio dos vueltas completas al círculo de traductores, de manera que finalmente quedaron dos versiones de la frase en cada idioma y tres en inglés, que es el primer y último idioma en que aparece.
Si nos centramos en esta parte concreta del proyecto observaremos cómo Muntadas propone una máquina de producción textual compuesta por los tres elementos que para E. Aarseth constituyen el texto: una colección de palabras, una máquina con instrucciones precisas de uso donde estas palabras se inscriben y el operador humano que la pone en funcionamiento. Además, como el “teléfono roto” o como el “cadáver exquisito” de los surrealistas, la producción del texto se efectúa a través de “ciclos de retroalimentación” que generan un resultado impredecible y colaborativo. Nótese, por tanto, la estrecha relación que esta propuesta de trabajo muestra con la perspectiva de análisis cibertextual que señalábamos al comienzo de este trabajo. No se trata de justificar la calidad literaria de la experiencia de Muntadas por la facilidad con que se somete al tipo de análisis textual que estamos trabajando, eso no tendría sentido; pero sí creemos relevante destacar la intuición de Muntadas al proponer este tipo de producción colaborativa y basada en la retroalimentación, en un momento en el que la Web todavía se concebía como un medio básicamente unidireccional de comunicación, y las propuestas de textualidades digitales se concentraban prácticamente en exclusiva en la tecnología del “link”.
Por otro lado, el espíritu crítico de Muntadas siempre atento a buscar el límite, la paradoja, la inestabilidad de las convenciones, no pretende en absoluto elogiar las características comunicativas que ofrecía el nuevo medio (y que, por cierto, todavía tardarían algunos años en ser plenamente explotadas en la Web 2.0), sino desenmascarar la facilidad con que la información continúa degradándose en sus viajes por el mundo, al pasar por el tamiz subjetivo del traductor. En este punto, la reflexión a cerca de la sombra ineludible de la manipulación está servida.

Si seguimos correlativamente la línea de traducciones, lo primero que percibimos es que los cambios más significativos en el significado de la frase se dan cuando ésta entra en contacto con lenguas orientales con un sistema sígnico distinto a los de raíz greco-latina. Por ejemplo, el japonés parece que traduce bien el “comunication systems” del inglés, sin duda debido al intenso contacto que el Japón ha tenido con la cultura occidental durante el siglo XX, de hecho tampoco parece haber problemas con la traducción del término japonés al alemán que da la palabra “mitteilungssystem”. El problema se genera en la traducción de éste término al coreano, o bien en la traducción española de la palabra coreana para que, en lugar de “sistemas de comunicación”, el resultado en español (de Bolivia, por cierto) sea “sistemas de transmitir las intenciones”. A partir de aquí, el significado de la frase original va desmoronándose, al mismo tiempo que queda en entre dicho su contenido semántico original: parece que los “sistemas de comunicación” no proveen el esperado “mejor entendimiento entre las personas”.
Finalmente, el resultado de la traducción al español en la segunda ronda es el siguiente:

Los determinados métodos de investigación, según su sistema para la transmisión de intenciones, pueden mejorar la base de la acción internacional. Según mi punto de vista, lo que es el problema especial es que no lleva a cabo todavía la realización del sistema rápido para la educación mutua.

Y si vamos a la última traducción al inglés, en los inicios de la tercera vuelta, el resultado es aún más sorprendente:

“Precision can become more anchored on an international level by seeking out useful mediums that are important solely for the sake of help. The essence of the problem depends upon the search for the correct answers to common questions. It will only be possible after improved research. Both sides will prosper when they guide themselves by this principle”.

Antes que perdernos en el análisis de la evolución semántica, con su aumento de la complejidad léxica y sintáctica, la incorporación de la valoración personal, la tendencia a eliminar la estructura interrogativa por una más conclusiva, etc., me parece más apropiado subrayar el fracaso catastrófico de la traslación del significado. Al final de todo, prácticamente solo nos queda un eco del significado de la frase original, y lo que realmente aflora explícito en la última versión, es una molesta superposición de puntos de vista, que no podemos sino atribuirlos a la subjetividad de cada uno de los traductores. Y es que la tarea no solo implicaba una traducción de lenguas humanas (inglés, alemán, ruso, coreano, swahili, japonés o castellano) sino que el propio trabajo de los traductores se veía afectado por las transcodificaciones tecnológicas que estas diferencias implican: diferentes sistemas operativos, distintos mapas de caracteres, diferentes teclados, etc.
En cierta medida, este hecho podría devaluar el carácter universal del proyecto, ya que pone de manifiesto la importancia crucial de cada uno de los individuos traductores. Aunque también puede funcionar como reflexión sobre esa misma relevancia crucial de la figura individual, y en tantos casos anónima, del traductor. Aún así, sinceramente, encuentro que la información que el proyecto provee de los traductores es algo escasa. Se supone que son voluntarios de todo el mundo, pero me gustaría saber cuáles son sus lenguas maternas ¿la de recepción o la de destino?, o si siguen algún criterio de convenciones académicas en la traducción o traducen de manera intuitiva, el contexto en que cada uno trabaja, si se trata del mismo traductor para cada lengua…